¡No te lo tomes a personal!
Hubiese querido escuchar este consejo de mi esposa mucho antes, pero no estaba en el lugar emocional para hacerlo. Si tuviera que resumir mi experiencia como padre, ha sido una montaña rusa de emociones y vivencias, con días increíblemente buenos y lindos y con días desastrosamente malos, en donde he pensado que “ser papá no es lo mío” y en donde he fallado a ese “ideal de crianza” que me planteé en algún momento.

Tengo dos hijos, un niño de 6 años y una niña de 2. Sus personalidades son diametralmente opuestas: el niño es un vendaval de energía, demanda de tiempo y atención y muy apegado a mi; la niña es infinitamente más tranquila, ordenada y mucho más cercana a su mamá. Con Marce he ido evolucionando en mi relación, creando cada vez más espacios de conexión (porque nos parecemos mucho en personalidad) y generando una relación cada vez más cercana. Con Juandi había estado transitando el camino contrario, en un momento nuestros juegos y la emoción por vernos se transformaron en peleas, luchas de poder y una inevitable sensación de no querer estar en el mismo espacio, para evitar lo anterior.
Era muy normal (bueno todavía lo es, pero cada vez menos) que cualquier interacción con Juandi terminara en un: “te odio, eres el peor papá del mundo, vete de la casa…” y eso sobre lo que hoy puedo escribir con naturalidad, por mucho tiempo me dolió muchísimo, me hizo perder toda la confianza que tenía sobre lo era capaz de ser como padre y todo por no haber escuchado a mi esposa desde un principio con su “no te tomes nada personal”, pero esto que suena sencillo, requiere que estés en un lugar emocional muy estable, que tengas herramientas a la mano para poder usar y redirigir la situación. No sé en qué lugar estás ahora mismo, pero si tu relación con alguno de tus hijos va por este camino, quiero regalarte un par de cosas que me han funcionado y ojalá puedan ayudarte a ti también:
No puedes dar lo que no tienes: si no tienes paz, es imposible que la des. Si no tienes tranquilidad, tampoco. Identifica qué te recarga, haz una lista de actividades o personas que te recarguen de energía, tenla presente en un lugar visible y más allá de verla, intenta hacer algo de la lista la menos una vez al día, eso te ayudará a que, en los momentos de tensión con tus hijos, tengas algo de reserva de energía para poder darle vuelta a la situación. En mi caso me recarga: correr, leer, meditar, cocinar para otros, ver una película con mi esposa…
Recuerda quién es el adulto: ufff créeme que sé lo difícil que es, en medio de una rabieta que te desespera, recordar que eres el adulto, que tienes la capacidad de darle la vuelta a la situación y llevarla a un sitio más respetuoso para ambos. Para esto me ha funcionado una especie de broma que tengo con mi esposa (porque esto de ser padres es un trabajo en equipo) en donde cuando cualquiera de los dos pierde el control de la situación nos decimos “¿cuántos años tienes? ¿3 o 4 años?” eso inmediatamente nos hace conectar y retomar el control.
La empatía como base de la relación: si vieras a tus niños como adultos entenderías lo fastidioso que llegamos a ser como padres, imagina que tengas a otro adulto al lado diciéndote: es hora de desayunar, no te pares de la mesa si no has terminado, ve a lavarte los dientes, vístete, es hora de recoger, si no recoges no podrás ir a ver a tus amigos… Intenta dejar espacios de independencia, que ellos se enfrenten a sus obligaciones y a sus errores por sí solos, créeme que te lo agradecerán. Hazte consiente de cuántas veces al día “das órdenes” e intenta cambiarlas por retos o juegos. Cansa mucho más, pero es más efectivo.
Por último, despégate de la pelea: hay momentos en los que aún habiendo usado todas tus herramientas, la pelea con tus hijos es inevitable, justo ahí cede el control, aléjate, haz algo que te permita recuperar tu centro y vuelve con una disculpa sincera. Hemos perdido la capacidad de pedir disculpas a nuestros hijos, pero ellos no aprenderán a hacerlo con otros si no nos ven a nosotros haciéndolo. (De todas las técnicas, esta es la que más me cuesta, pero lo sigo intentando)
Espero que esto te sirva, que lo tengas a la mano y recuerdes algo: eres el mejor padre para tus hijos. No mires tu paternidad con los ojos de tu última interacción con tus hijos, si eres capaz de abstraerte, estoy seguro que la balanza se inclinará notablemente hacia los momentos buenos y eso es lo que importa. Ah y por su puesto: no te tomes nada personal, ese “te odio” de tu hijo es su mejor forma de expresar una situación en la que no sabe cómo actuar, no es un sentimiento real. (No te preocupes, me tomó mucho tiempo entenderlo y todavía lo olvido muchas veces)
Gracias por leerme.
Rafa.