La infancia y sus ruidos
Hace tiempo leí a alguien que hablaba de cómo la sociedad (que nos incluye a todos) ha perdido la capacidad de tolerar los ruidos de la infancia, al principio no comprendí lo que quería decir, pero luego poco a poco fui dándome cuenta de lo cierto de estas palabras.
Cada vez más veo como la nueva generación de padres que nos estamos formando, vamos apagando esos ruidos de los niños. La infancia es ruidosa por naturaleza: está llena de gritos, risas, palabras, canciones, llantos, movimiento y es eso lo que la hace enriquecedora y feliz.
Pero a la sociedad no le gustan esos ruidos, señalamos y vemos sobre el hombro cuando un niño llora en un supermercado, observamos detenidamente a un niño que corre por los pasillos de un restaurante, vemos con desagrado a los niños que gritan y ríen en medio de un consultorio médico y es ahí en donde estas palabras cobran sentido, cuándo dejamos de tolerar estos ruidos de la infancia? Cuándo empezamos a querer niños silenciosos que esperen sentados y en silencio durante horas a que el doctor los atienda? Cuándo nos empezó a parecer lo correcto que los niños jueguen en silencio frente a pantallas? O que aprendan a estar en silencio y quietos durante vuelos interminables?

Queremos que los niños se comporten como adultos y entonces así podemos decir que se portaron bien, pero un niño no puede portarse bajo estos estándares, su madurez y su cerebro no se lo permite, los niños necesitan moverse, necesitan hacer ruido, necesitan explorar, gritar, cantar, correr y llorar libremente.
A los padres se nos hace duro hacer frente a esas miradas de desaprobación del entorno mientras satisfacemos las necesidades de nuestros niños. Y es que esta generación de padres a la que pertenezco no quiere molestar a los demás, se preocupa porque los miren cuando su hijo llora o si grita en un restaurante y es por eso que acudimos a pantallas para que no hagan ruido y estén tranquilos.
Pero tenemos que trabajar poco a poco y en conjunto para que esos ruidos de la infancia no sean tan mal vistos, todos alguna vez fuimos niños, todos gritamos, lloramos en público, hicimos pataletas, jugamos, gritamos y reímos sin parar y luego crecimos, maduramos, comprendimos qué era socialmente aceptado y qué no, y cuándo las cosas molestan a los otros y debemos parar, pero mientras nuestros chiquitos van creciendo y van aprendiendo sólo pedimos un mundo más paciente y tolerante en donde en vez de miradas incómodas recibamos apoyo y miradas de aliento de los demás.
Dejemos a nuestros niños ser niños, disfrutemos de sus ruidos que muchos desaparecerán en el camino dejando un silencio en casa que a los padres nos llena de nostalgia, los niños crecen muy rápido. Vivamos y saboreemos cada día y cada minuto con ellos. Llenemos la infancia de risas y momentos alegres que nuestros niños lleven para siempre en sus corazones.